09 enero 2011

Un mundo a la carta: Visión remota


No one with any thinking capacities will deny that our species possesses powers of mind that far exceed our biological factors and parameters.
Ingo swann (“Remote viewing?” In: Eight martinis, august 2010)


Y el día llegó. A pesar de las luchas entre gobierno y oposición, la ley se aprobó. La nueva ley obligaba a todos los colegios y universidades a enseñar la “visión remota” (algo así como precognición, clarividencia y telepatía, todo junto) en su programa de ciencias como hecho científico suficientemente probado. O al menos así se justificaba en el texto de la ley que utilizaba entre otras referencias el programa Star Gate de investigación norteamericano que estudiaba el poder mental de determinados sujetos llamados psíquicos. También se citaba la revista “Eight Martinis (Ocho Martinis)” que contenía varios artículos sobre visión remota y poderes similares además una revisión sobre la última conferencia internacional sobre el tema celebrada en 2010.

Tras la entrada en vigor de la nueva ley, algunos se mostraron escépticos y no daban crédito. ¿Cómo se explica que alguien pudiera tener conocimiento de hechos que van a suceder en el futuro o que están ocurriendo a miles de kilómetros de distancia? Escepticismo que era rebatido con argumentos contundentes por los expertos en visión remota (Free will in a precognitive predetermined world” by Marty Rosenblatt): “Hay datos que sugieren que la información sobre lo que va a ocurrir está disponible a nivel del subconsciente (…). La información llega a la persona desde el “Orden Universal” (invisible piper) a través de un “tu-elevado” (higher-you) o un “tu-profundo” (deeper-you) o un tu-subconsciente o un tu-no físico o un tu espíritu o un tu-más sabio futuro o … cualquier etiqueta que refiera a un aspecto no físico de tu ser. Este “tu-elevado” no sólo tiene acceso y es consciente de todas tus memorias y todo tu sistema nervioso autónomo que controla tu respiración y el bombeo del corazón, también tiene acceso a tu “futuro subjetivo” (…).

Pero, a pesar de las claras explicaciones, los problemas empezaron a llegar. Y es que algunos sectores de aquella sociedad no estaban de acuerdo con aquellos argumentos que justificaban esa nueva capacidad mental humana. Desafortunadamente, no tenían la mente lo suficientemente abierta, se decía.

Algunos hospitales eran un caos. Sobre todo los departamentos de Neurofisiología y Neurocirugía. Se acumulaban los supuestos pacientes que se quejaban de anomalías en su visión remota. ¿Qué debían recetarles? ¿Qué pruebas diagnósticas debían hacer? ¿Cómo explicar a los pacientes la alteración de su “yo-elevado”y el malfuncionamiento de su subconsciente? ¿Cómo se detectaba éste en el escáner? Y si no se detectaba en el escáner, ¿cómo se podía estudiar?

Según los expertos el problema de los pacientes era probablemente que las “Dianas” (Targets) o las “pistas” (Cue) que utilizaban no eran los adecuados para la práctica de la visión remota (“Remote viewing for skeptics” by Paul Bisson). Además insistían en que: El “yo-elevado” vive principalmente en un mundo que puede ser visto como teniendo más dimensiones y así más grados de libertad vibracionales. El “yo-elevado” es capaz de comunicarse a través de la interface espacio-tiempo. Y para mayor claridad, continuaban: La interface entre tu “yo-no físico” y tu “yo-elevado” es probablemente el campo de “Punto de Energía Zero” (Zero Point Energy [ZPE]) que permea a través de todo el espacio-tiempo físico.

En algunos departamentos de investigación en neurociencia, según la nueva ley “departamentos de investigación en conciencia cuántica”, exigían dinero para hacer una renovación total de recursos y bibliotecas. Al fin y al cabo todo lo que se conocía hasta entonces parecía ser erróneo… El famoso dicho “A hombros de gigantes…” se modificó por “Usted puede sanar su vida”. Los proyectos de investigación se financiaban si entre las palabras clave aparecían “conciencia cuántica” o “cerebro cuántico” o cualquier otra cosa que fuese cuántica. Y los protocolos de investigación quedaron obsoletos. La interpretación de los resultados era lo verdaderamente relevante, los datos en sí mismos eran aburridos y “fríos”, se decía. Las huelgas entre los neurocientíficos ignorantes en estos temas no se hicieron esperar.

En algunas universidades también hubo problemas. En las carreras de ciencias de la vida se estaban volviendo locos en un último intento de incorporar la visión remota en la teoría de la evolución de las especies de Charles Darwin. ¿Era una capacidad innata? ¿Era cultural? ¿Cuál había sido su historia evolutiva? ¿Tenía algo que ver con la biología?

Los expertos en visión remota entendían el malestar popular pero insistían en que: El intelecto tiene problemas con esta perspectiva, pero todavía para muchos encaja con su realidad mejor que una perspectiva más estrecha. ¡Confía en ti mismo! (…) (“Free will in a precognitive predetermined world” by Marty Rosenblatt).

Afortunadamente para el gobierno, muchos sectores vieron la ley con agrado. Por ejemplo, este cambio en el programa educativo fue apoyado por los seguidores del Diseño Inteligente. También se sintieron reconocidos los videntes y los profetas. De hecho, algunos aseguraban que ya habían profetizado la aprobación de la ley de visión remota y que tenían testigos para mostrar sin ambigüedad que lo que decían era cierto. El gobierno extendió la ayudas que proporcionaba a las medicinas alternativas a programas para formación de nuevos videntes.

“En mi opinión la aprobación de la nueva ley es una vergüenza. A mí no me engañan con esa pantomima de la visión remota”, decía a pie de calle un hombre al salir de la iglesia de celebrar el nacimiento del hijo de Dios un nuevo 25 de diciembre, día de Navidad.

Tito

P.D. ¡Feliz año 2011!