¿El poder de la mente? ... El poder de las palabras
Hablamos en esta bitácora de los “poderes de la mente” (que no son ocultos, ni sobrenaturales, ni mágicos). En mis lecturas (demasiado pocas, pero haberlas háilas), se me ocurre esta anotación sobre otro poder no sobrenatural y desde luego con gran capacidad de influencia: el poder de las palabras.
En una bitácora dedicada al lenguaje médico (“El laboratorio del lenguaje”1, de Fernando A Navarro cuyo 'Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina' uso como obra de referencia constantemente -cada uno tiene sus obsesiones-) leía recientemente una anotación sobre ello. El ejemplo es significativo. La palabra clonación produce un fuerte rechazo entre muchos sectores de la sociedad cuando se usa junto al adjetivo humana. Muchas personas no quieren ni oir hablar de clonación humana. La cuestión puede que mejore algo (pero no demasiado) cuando se habla de clonación terapéutica (y eso a pesar de la carga positiva del adjetivo terapéutico). Sin embargo, cuando se usa una expresión técnica sinónima pero menos conocida (transferencia nuclear de células somáticas) este rechazo se reduce significativamente. Así se presentó en la última reunión de la Sociedad Estadounidense de Genética Humana el pasado octubre de 2006 basándose en los resultados de una encuesta realizada a dos mil personas acerca de si estarían de acuerdo en la posibilidad de obtener células madre a partir de embriones humanos. A la mitad de ellas se les preguntó utilizando la palabra clonación, mientras que en la otra mitad se utilizó transferencia nuclear de células somaticas. En el primer grupo se manifestó a favor del procedimiento el 29% de los encuestados, pero cuando se usó el término transferencia nuclear de células somáticas, el porcentaje ascendió al 46% (podéis ver una referencia a esta encuesta en el New Scientists del 21 de octubre de 2006). El uso de una palabra u otra hace cambiar nuestra opinión...
Otro ejemplo lo constituye el término hipnosis. Se sabe que la hipnosis facilita la generación de falsos recuerdos en el hipnotizado. Sin embargo, esto no se produce por ningún tipo de estado especial de “vulnerabilidad” cognitiva, si no más bien, por las creencias asociadas al término hipnosis (y también por las preguntas que se hacen a la persona hipnotizada), de forma que cambiando el nombre de hipnosis por el de técnica de meditación focalizada (lo que en realidad es la hipnosis) los efectos se reducen drásticamente (puede consultarse Cappafons y Mazzoni, 2004).
Con el uso, la palabras se cargan de significados y de interpretaciones relacionadas con las creencias, con los valores o con la experiencia de cada uno. Y pueden terminar siendo un arma poderosa. El uso de uno u otro término hace que nuestra opinión sobre una realidad cambie... Ya sé que esto no es nada nuevo, pero siempre hay que tenerlo presente para evitar caer en las "trampas" del lenguaje.
Pero... ¿qué ocurre en el cerebro durante este proceso? Lo que sigue es sólo una elucubración rápida que se me ocurre. Entiendo que cada término se va asociando, a lo largo de nuestra experiencia, con diferentes representaciones neurales de forma más o menos automática. De esta forma, cada término nos sugiere (o lo relacionamos) con diferenes conceptos, emociones, etc. de una forma rápida. Este mecanismo ahorra energía y tiempo: no hace falta que lo interpretemos o reflexionemos sobre sus significados cada vez que lo escuchamos. El camino ya está hecho y lo conocemos. Pero estos caminos ya conocidos (estas relaciones automáticas) pueden no ser las que hubiésemos escogido si hubiéramos pensado en ello. La irrupción de un nuevo término que no conocemos nos obliga a reflexionar nuevamente sobre el concepto en cuestión, lo que nos puede llevar a cambiar esas relaciones... a explorar nuevos caminos.
Replantearse de vez en cuando los conceptos que pensamos tener muy claros no es mala práctica...
Cupri
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