13 octubre 2006

Un improbable futuro del cerebro: “la conexión invisible”

“Según el Dr. Rupert Sheldrake la telepatía es un aspecto más de la comunicación entre los miembros de cualquier grupo animal, y también entre los humanos”

Sección de Ciencia: (en un improbable mundo futuro)
(AGRA, año 2112) Cada vez hay más unanimidad entre los científicos acerca de los numerosos datos que están revolucionando el mundo de las ciencias del cerebro-mente. Todo empezó hace años cuando unos biólogos norteamericanos del estado de Kansas, también prestigioso por sus avances en biología evolutiva, confirmaron y dieron apoyo neurobiológico a una serie de experimentos realizados por el Dr. Rupert Sheldrake a principios del S. XXI (ver abajo). En estos experimentos demostró que la gente podía adivinar quién es cuando recibe una llamada telefónica. Y comenzó a sentar las bases científicas de la precognición y la telepatía. Científicos de la época argumentaron que los resultados obtenidos podían explicarse por simple intuición y empatía, debida a la experiencia previa de los sujetos experimentales. Algunos de estos científicos intentaron poner trabas a la verdad y exigieron experimentos controlados. Pero el Dr. Sheldrake también recopiló datos objetivos e inequívocos a partir de una serie de test de telepatía automatizados en su website (antiguo Internet, equivalente al hoy en día llamado NEXUS). En el año 2006, en el festival de las ciencias organizado por la British Association for the Advancement of Science, el Dr. Sheldrake propuso la existencia de una “conexión invisible” entre los miembros de la especie humana. Según Sheldrake, todas estas evidencias apuntaban a que la telepatía era una cualidad propiciada por la selección natural (en esos momentos el Diseño Inteligente sólo estaba empezando). El Dr. Sheldrake, también recopiló más de 3000 testimonios de dueños de perros, gatos, loros, caballos y otros animales sugiriendo que también estos animales eran capaces de comprender las intenciones y de leer las mentes de sus dueños.

Pero, ¿qué hay en nuestro cerebro capaz de realizar una “conexión” con el mundo externo sin que participen los órganos de los sentidos? Hasta hace poco esto parecía imposible. Sin embargo, tras varios años de investigaciones, no es para menos dada la trascendencia que está teniendo la telepatía en nuestras sociedades, estos científicos norteamericanos, utilizando las últimas técnicas de imagen cerebral y con el apoyo de los más prestigiosos físicos cuánticos y holísticos, han conseguido detectar nuevas pruebas sobre la actividad cerebral relacionada con la telepatía. La clave está en un circuito cerebral que implica a la corteza prefrontal y la amígdala. Y en una serie de neuronas llamadas neuronas espejo, cuya actividad se ha relacionado con la capacidad de adivinar la intencionalidad en nuestros actos. La implicación de la amígdala y su interacción con la corteza prefrontal en la respuesta emocional era ya conocida hace más de 100 años. En particular, lo que se ha observado recientemente es que en individuos que muestran una reducida actividad prefrontal las neuronas espejo cercanas a la amígdala incrementan esporádicamente su actividad más de 10 veces, siendo entonces capaces de detectar mínimas alteraciones en los campos morfo-genéticos (propuestos por el Dr. Sheldrake). La función de estas neuronas está relacionada con la respuesta emocional de los individuos. De manera que su actividad es pulsátil y regular cuando la “conexión invisible” se realiza con personas de nuestro entorno y caótica e irregular cuando se da con personas extrañas. La actividad de estas neuronas no es detectable cuando el individuo en cuestión se siente controlado. Pero con el desarrollo de los PET (Positron Emission Tomography) portátiles los individuos pueden ser monitorizados sin que ellos se sientan estudiados. Así se han observado espontáneos periodos de hipo-frontalidad e incrementos paralelos de actividad de las neuronas espejo amigdalinas en función de determinadas llamadas de teléfono recibidas durante periodos de tiempo variables.

Estos experimentos, así como otros ya realizados, confirman que existe un substrato neurobiológico para explicar poderes ocultos y desconocidos de la mente considerados sobrenaturales y ficticios hasta no hace mucho tiempo. Esto no es nuevo. Algo parecido ocurrió cuando se empezó a conocer que la moral religiosa y la creencia en Dios radicaba en circuitos específicos del cerebro, por lo que hoy en día ya nadie en su sano juicio duda de que la existencia de Dios es pura fantasía.

Tito

P.D. “Tengo mente abierta, pero no tanto como para que se me caiga el cerebro al suelo” Carl Sagan, en El mundo y sus demonios